Carta de una amiga y su parto en el Agua.

En mayo en varios países de habla hispana celebran el día de madre, razón por la cual quise dedicar este post sobre aquel momento en donde la mayoría de las mujeres se transforma en madre, el parto.
El parto de mi amiga C, no fue un parto “tradicional”, ella estaba esperando su tercera hija, en otro país, con todos los miedos y aprehensiones que eso implica. Su historia trata de una mujer que conectada con su instinto materno, conociendo sus límites y con un marido co-resposable de la crianza, que la acompaño en todo momento, se embarcaron en el lindo, y al mismo tiempo, atrevido mundo de un parto natural en el agua y sin anestesia!.
Les dejo esta conmovedora carta que ha escrito para mi y con su permiso me ha permitido hacerla pública. Esta historia es de una mujer normal, sin ser hippie o exotérica tiene una parto en el agua, habla de garra, lucha, instinto materno, mucha oxitocina y amor. Espero que la disfruten.
“Estaba embarazada, ya por tercera vez. Sentía que sabía todo lo que debía saber acerca de los partos, pero algo me tenía tensa; estábamos próximos a viajar a EEUU, país en donde sabia existía la posibilidad de tener un parto SIN anestesia.
Los partos anteriores fueron muy normales, llegué a ambos con dilatación 4 a la clínica para quedarme ahí, ya cuando estaba dilatada en 7 y SIN dolor se insistió que era EL momento de colocarme la anestesia, pues si esperaba un poco más cabía la posibilidad de que no me alcanzara a hacer efecto. Pero no sentía ningún dolor, quizás algo de presión, nada más. Ante tal insistencia y el susto que me daba sentir el dolor más grande del mundo, pues la acepte en ambos partos.
Cuando aparecía el tema de tener un parto sin anestesia o tener un parto acuático, siempre lo asocie a personas de ideas muy distintas a mí. No me gusta la idea de bailar o hacer cánticos y poner velitas para poder parir a tu hijo. Simplemente no es lo mío. Me parecía hippie. Horror sentí cuando supe que el hospital en el que iba a tener a mi tercera hija tenía como fuerte los partos naturales y partos en el agua. Quise llorar cuando la doctora me contó que los partos eran atendidos solo por matronas y que si quería gratis podía venir una doula (lo más esotérico y new age para mí en ese momento) para guiarme durante el parto. Le deje MUY en claro que quería que mi parto fuese con anestesia y ella me escucho, pero la angustia no se iba, fue la primera vez que extrañé estar en mi país, Chile, en donde el doctor te saca la guagua cuando a él le conviene y de la forma que quiere y la matrona te mete ideas en la cabeza y te comenta de “la paciente loca que tuvo la guagua así no más … y como gritaba la pobre”.
Bueno, al salir me entregó una carpeta con toda la información acerca de los beneficios de tener un parto natural sin anestesia, de un parto acuático y de la lactancia desde el primer instante. Lo leí y de a poco empecé a entender el real significado de querer tener un parto natural: de cómo manejar el dolor y por sobre todo, y lejos lo que más me llego, el impacto que iba a tener sobre mi hija y mi cuerpo.
Me puse matea y busque partos en youtube. Busque partos sin dolor, partos en el agua, partos que fueran lindos y los compare con mis recuerdos y con otros partos como cesáreas y partos con anestesias, pude ver la diferencia. Hable con mi marido que me miro con cara de loca pero me dio inmediatamente su bendición, era mi parto, yo tenía que elegir lo que me acomodaba más.
Antes no me sentía así, no sabía que era “MI parto”, eso me dio energía y ganas. Voy a tener a esta chiquitita como mi cuerpo se sienta más cómodo y lo que le haga mejor a ella.
Y así de repente llego el día, llegue al hospital dilatada en 5 y sin dolor. Me preguntaron si quería probar la piscina y acepte, con mucho susto. La piscina se llenó, entre y me encanto, un baño de tina gigante, estaba más caliente de lo que esperaba, pero mejor, así no me daba frío. Pedí una doula, esta llegó al poco rato y me dijo que estaba ahí para lo que yo quisiera, me puso pañitos en la cabeza, me trajo juguito, si quería masajes; me sentía en un SPA. De repente las contracciones aumentaron nadie me dijo que me aguantara, al contrario, se me aconsejó que hiciera lo que más sentido me hiciera y mi mamá, que viajo para ayudarme, entró con mi consentimiento y me decía cosas lindas, todos contentos y emocionados empezamos a trabajar.
La matrona al frente, mi mama a su lado, una enfermera a mi lado izquierdo, la doula cerca de un oído y mi marido a mis espaldas acariciándome, hablándome, amándome. Sentí como todos me decían cosas dulces y como eso me alentaba y me relajaba, no más sustos, mucho nervio, pero bien acompañada.
Además tenía libertad de moverme como yo quería, si me aburría una posición, me daba vuelta y cuando sentía demasiada presión me balanceaba y la contracción se hacía MUY llevadera.
Pero de repente algo cambio, me levante y de un segundo a otro, sentí la gravedad, el peso y con ello el dolor. No pude volver concentrarme y esas voces dulces se fueron lejos, la piscina era lisa y necesitaba sujetarme con fuerza, mi marido me sujeto por detrás y así se mantuvo haciendo fuerzas conmigo por alrededor de 45 minutos, no escuchaba a la doula, solo sentía dolor. Hasta que de repente le grite a la matrona que no podía pujar, me dolía mucho. Quería levantarme e irme, “no estoy lista” le decía. Todos me decían que la veían que estaba ahí, que pujara. Yo no la sentía, así es que, me puse boca abajo con la intensión de levantarme y mire a mi marido a los ojos tratando de decirle que ya no quería más y sus ojos me calmaron y volví. Estuve a punto de morderlo para calmar una contracción pero la doula me detuvo “¡no!, puedes hacer lo que tú quieras, MENOS morder” me reí por dentro y ya, puje con muchas ganas y amor, me acorde de mi niña que quería salir, la sentí bajar. Seguía boca abajo, me dieron vuelta puje otra vez y salió la cabeza, otra más y estaba en mis brazos. Fue mágico, la tome al tiro, entre los dos la sostuvimos y besamos y contemplamos sin poder creer lo perfecta que era, se veía tan tranquilita en el agua.
Perdí noción del tiempo, lo único que se es que me levante y con mi bebe en brazos me acosté en la camilla para terminar el parto. A las 22:00 estábamos los tres en nuestra pieza. Mas alegría me dio cuando, un par de horas después, ella se despertó y mi marido, que estaba también adolorido por sujetarme, dormía profundamente, la verdad es que me sentía tan bien que me levante sola para alimentarla. Que alegría más grande, que libertad, no habían pasado más de tres horas y yo ¡caminaba por la pieza! Ni hablar de la leche, tenía como para alimentar a todos los bebes del hospital y por último y lo más importante, mi niña estaba muy despierta desde el primer segundo y pudo aprovechar y aprender a tomar leche rápido. Esa noche tomo cada una hora.
¿Lo haría de nuevo? ¡Feliz! ¿Qué cambiaría? Me prepararía más para el dolor, haría algún curso o algo así para mantenerme relajada y concentrada durante el parto. Otra cosa, me fijaría si la piscina tiene algo en donde uno pudiese sujetarse.
¿Conclusión? Supero con creces mis expectativas, crecimos con mi marido en el sentido que pudimos superar nuestros miedos y nos atrevimos hacer algo nuevo.
¿Mensaje para otras mujeres? Mi parto fue sencillo, nadie bailo, nadie canto ni tocaron tambores. Si lo quieres así ¡dale!, pero no significa que TODOS los partos sin anestesia son así.
Aprendan, lean y escuchen. ¡El parto es nuestro!”
Feliz día de las madre a todas y cada una.
María Paz Aguilera Oportus
Psicóloga Clínica en Apego, Lactancia y Crianza
Diplomada en Intervención Temprana en Salud Mental
Instructora Certificada de Taller de Apego y Masaje Infantil Shantala
mariapaz@apegoseguro.com – Celular: 68782942
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¡Qué historia más hermosa! quedé fascinada, mi sueño siempre ha sido tener un parto en el agua =) Gracias por compartir la experiencia!